Habría que recordar que cuando una persona está enamorada se siente plena, radiante y feliz, y aquí reside la fuerza base que lleva a la reiteración de la experiencia amorosa: al hecho de que, cuando uno está enamorado, toca el cielo con las manos. "¡Y qué dioses, qué dioses nos sentimos!" (Paulo H. Filho). Es que esta energía amorosa nos contacta con una dimensión de la cartografía de lo psíquico que da cuenta de todas las experiencias cumbres del ser humano y que usualmente se la identifica como la dimensión transpersonal. El hombre tiene sed de lo transpersonal, sed de recuperar el paraíso perdido, el edén orgiástico de la felicidad...
De manera que existe en este intento un modelo arquetípico que el hombre replica, un modelo ejemplar, que inscripto en el fondo de su alma, desde el fondo de los tiempos, clama por ser cumplido y que explica el porqué del "difícil camino del amor".
Lo que de mí hay en ti :
En este juego del amor, hay que tener siempre presente que aquello con lo que nos encontramos afuera refleja lo que hay dentro de nosotros mismos y que los vínculos de amor que logramos construir son siempre espejo de la naturaleza de nuestra alma "dime con quien andas y te diré quien eres", es una buena imagen de lo que quiero decir puesto que el otro a quien amamos expresa nuestra sombra, ya que los vínculos como los síntomas y los sueños son los caminos de los que se vale el inconsciente para hacer oír su voz. El otro es una manifestación de lo que está necesitando surgir de nuestro mundo interior, de manera que sólo es posible comprender el sentido de una relación de amor, por el que alguien entra en nuestra vida en este momento, si lo pensamos en términos del propio psiquismo. Significa que algo nuestro está intentando salir a la luz, que algo propio quiere salir de la oscuridad e integrarse a la vida consciente, reclama ser vivido y lo hace de este modo, este es sin duda el auténtico sentido de una relación.
En el camino del crecer, vamos dejando fuera de las posibilidades de realización una serie de cualidades o potencialidades. El hecho de que no sean incorporadas a nuestra personalidad se debe a que se trata de fuerzas que quieren vivir pero por diferentes razones no podemos aceptar en nuestra consciencia. Entonces, las proyectamos en otras personas adecuadas y garantizamos así su supervivencia y nos damos la posibilidad de espejarnos en ellas, pero hay algo más. Cuando proyectamos podemos, por ejemplo, seguir culpando a otros de nuestras infelicidades y padeceres, en lugar de tener que reconocer que en nosotros hay tanto de luces como de sombras y que la realidad por la cual nos quejamos es la que nosotros forjamos.
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