A Dios sólo se lo encuentra por un proceso de sustracción. Sabiendo lo que no es, no añadiéndole nombres, conceptos y etiquetas, encontraremos a Dios, Dios es, y por ello es inaprensible, no lo podemos enmarcar ni clasificar, porque se escapa de toda objetivación. Por eso, el ser humano es también inaprensible, porque es semejante a Dios. Cuantas más añadiduras le pongamos al Ser, menos lo conoceremos. Hemos de dejarlas caer a todas. Y lo mismo con la realidad. Si yo le exijo a la realidad unas condiciones, o le pongo unas añadiduras, me alejaré de la realidad, la verdadera y estaré siempre chocando con lo falso.
Los místicos son los que se han abierto confiadamente a la realidad, sin preocuparse por el resultado, pues saben que sólo en la realidad habita la verdad.
Meterse en la batalla de la vida, pero con el corazón en paz, es la única manera de vivir la realidad de la vida. Es cumplir la voluntad de Dios. Para ello, el primer paso es reconocer la añadidura, darte cuenta con sinceridad de tus bloqueos y obstáculos.
El segundo paso es mirar la causa, sabiendo que está fuera de la realidad. Sin culparte ni justificarte. Tú no tienes la culpa de esa programación, y cuando caes en los hábitos, no lo haces adrede. Tú eres víctima de tu propia diagramación. No estés descontento, irritado y molesto contigo mismo, porque eso no te va a ayudar.
Y si sufres, si te afliges, no tomes tu aflicción por tu ser. Desidentifícate de ese sufrimiento.
El Yo, ¿Quién es?¿Soy un cuerpo? No, porque las células de mi cuerpo son renovadas continuamente y, en siete años, no queda ni una de las anteriores y, sin embargo, sigo siendo el mismo.
Yo no soy mi cuerpo, pero tampoco soy mis pensamientos, pues ellos cambian continuamente y yo no. Ni tampoco soy mis actitudes, ni mi forma de expresarme, ni de andar. Yo no puedo identificarme con lo cambiable, que abarca las formas de mi Yo, pero no es mi Yo.
Tú eres el Ser, lo que es. El cielo es, no cambia, las nubes sí. Lo único que puedes buscar es lo que no eres, pues en cuanto puedes objetivarlo ya no lo eres, sino que es una forma, una expresión de lo que realmente eres. Puedes buscar lo que no eres, y al ir apartando tus formas y añadiduras, te irás liberando de ideas equivocadas sobre ti, y detrás de todo esto, irá surgiendo tu Ser.
Así es, que el tercer paso, no es identificarte con las formas que cambien, ni apegarte a ellas, ni rechazarlas, ni ponerles etiquetas, ni valorarlas dándoles una importancia que no tienen. Llamarlas por su nombre: son formas nada más. Si les das batalla, toman una importancia que, en sí no tienen. Cuando las mires tal como son, perderán importancia y se replegarán a su lugar.
Hay que comprenderlas, entender por qué están ahí, para que no te estorben ni molesten. Entonces la importancia que les hayas dado hasta ahora se va, porque no es real, no existe, y descubres que no eran más que alucinaciones del sueño de un Ser dormido. No hay que violentarse con nada ni para mejorarlo ni para cambiarlo. Lo que es, es, y sólo lo que es por su propia causa, nada lo puede dañar si está despierto.
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